Este fin de semana, los amigos de la asociación Ludo Ergo Sum han celebrado la tercera edición del Finde Naranja y algunos daderos hemos tenido la suerte de asistir. Aquí os traigo una breve crónica de lo que hemos vivido estos días.
Pero antes ¿Qué es el Finde Naranja? Se trata de unas jornadas lúdicas organizadas por la asociación Ludo Ergo Sum donde aquellos afines a los juegos de mesa tienen la oportunidad de compartir esta afición durante un fin de semana completo en un paraje excepcional. Ludo Ergo Sum tiene como principal actividad la organización cada año de las jornadas que llevan su nombre y que son, posiblemente, unas de las más concurridas de Madrid pero desde hace tres años organizan también esta pequeña escapada de plazas limitadas para ir abriendo boca.
El Finde Naranja tiene l ugar en un estupendo albergue situado en Piedralaves, Ávila.
Rodeados de un espectacular (y lluvioso) paisaje en medio de la naturaleza, el albergue se convirtió un año más, en punto de encuentro de jugones y juegos comenzando el viernes por la tarde. La llegada de los participantes se fue escalando a hasta la hora de la cena. El camino fue especialmente complicado debido a las lluvias (algunos coches llegaron a quedarse varados en el fango del camino) pero por fortuna no hubo ningún incidente importante. Ya allí, tras la cena, los juegos se extendieron hasta bien entrada la madrugada.
El sábado fue el día, sin duda, más intenso. Juegos mañana y tarde de todos los palos. Largos,
cortos, de dos jugadores o multitudinarios. Durante elmedio día, hubo un sorteo de juegos donados pordiferentes tiendas. Muchos daderos se llevaron algún premio aunque yo no tuve esa suerte. El mal tiempo nos acompañó el resto de la tarde pero tampoco nos supuso demasiado problema gracias a las instalaciones del albergue. Quizá lo único reseñable de esa tarde fueron los problemas con la chimenea del salón que se atoró durante la tarde llenándolo todo de humo. Por fortuna pudo solucionarse y la actividad continuó igualmente.
El domingo fue el día más tranquilo. Muchos habían aprovechado la madrugada anterior para jugar hasta el último minuto y la mañana del domingo la pasaron descansando. Aún así, el ambiente fue espectacular y se aprovechó para jugar hasta la hora de la comida. Tras la comida, muchos decidimos marcharnos pronto ante la expectativa del penoso (y peligroso) estado del camino con la idea aprovechar la luz diurna.
¿Lo mejor del evento? La gente. De todo tipo, todas las edades, todos los puntos de Madrid y toda maravillosa. Un ambiente espectacular en el que uno se sentía cómodo conociera o no a quien tuviera al lado. Muchos maderos nos reencontramos en el lugar con gente conocida y volvimos a compartir mesa con ellos.
¿Lo peor? El tiempo. La lluvia no nos dio tregua y ocasionó importantes problemas para ir y llegar al albergue. Por no mencionar que nos impidió disfrutar de la naturaleza que nos rodeaba, algo que más de uno de los que allí estuvimos, lamentó profundamente.
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